Autor: Fabien Bourlon.
Presidente Red International para la Investigación y Desarrollo del Turismo Científico.
Investigador residente Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia.
Investigador asociado y profesor invitado de la Universidad Grenoble Alpes y la Universidad Austral de Chile.
“La llegada de un evento impredecible era predecible, pero no su naturaleza”, Edgar Morin (2020).
Pandemia, cambio climático y crisis del turismo
Vivimos una grave crisis, con peligros inminentes causado por un virus y cambios socio–ambientales globales gatillados por la acción del hombre. Desde inicios de 2020 observamos una reducción drástica de la libre circulación y miedos a viajar que pueden afectar en profundidad el turismo. Frente a esta situación surgen miedos globales vinculado al fin de la sociedad que hemos conocido con el auge de un “capitalismo numérico” llevado por los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) (Boltanski & Chiapello, 2011) y un sistema de “tracking” de las personas con Covid-19 que restringen las libertades individuales y deja la puerta abierta a una sociedad bajo vigilancia permanente, a la imagen de lo presagiado por Orwell en su obra 1984 (Michel, 2020).
¿Frente a estos miedos que pueden ser irracionales qué podemos pensar objetivamente?
Una reducción drástica de las movilidades y del turismo
Con la pandemia el flujo de pasajeros aéreos cayo abruptamente, de más de un 67% según datos recopilados en el sitio www.Flightradar24.com el 10 de mayo 2020 (64.344 aviones volaron este día en vez 192.613 el 14 de febrero.Cabe destacar que el confinamiento de la mitad de la población mundial ha tenido un efecto positivo sobre la contaminación atmosférica en muchas ciudades. Esto “debería darnos motivos para reflexionar sobre el impacto que la actividad humana tiene en el planeta” (Berge, 2020) ya que el tráfico aéreo aporta en un 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (Lenzen & al., 2018) y que la mitad de las emisiones mundiales son causadas por el 10% de los más ricos del planeta, los que viajan mas(Bourg, 2020). Los hechos indican que los países más afectados por la pandemia son también los más turísticos del mundo : España, Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos, etc. Los centros de contagio fueron los nodos de movilidades internacionales y los sitios de reuniones religiosas o eventos culturales, de ocio y de turismo. Los lugares menos turísticos fueron menos afectados. Para muchos el impacto ha sido en toda la cadena turística pero especialmente en las multinacionales hoteleras y centros de compras. Para Such, Aranda y Ramón (2020) “las limitaciones en la movilidad internacional en estos primeros meses nos llevan a asumir una reducción cercana a la mitad del flujo total de turistas de cara al verano”. El impacto económico será muy fuerte para países como España, muy “dependiente” del turismo, con casi el 6% de su PIB asociado al turismo, la hostelería, el ocio y la cultura (figura 1). A modo de referencia el peso del turismo para Chile se situaba en un 3.2% en 2017 según la subsecretaria ministerial de la cartera (SERNATUR, 2017). Este valor sería del 7 % para la región de Aysén. Al 19 de Mayo 2020 Chile contaba con 46.059 casos de enfermos del Covid-19 (John Hopkins University, 2020).
Cabe destacar que los países mas afectados son los mayores emisores de viajeros a destinos internacionales, por ende la crisis en estos países afectará el turismo mundial. En un informe para el World Shopping Tourism Network, del 27 de abril 2020, Antonio Santos del Valle (2020), plantea escenarios para el turismo que depende del “impacto psicológico y sociológico del confinamiento”. Con un regreso a una “libre” circulación de las personas, espera para las Américas un retorno a una cierta normalidad en marzo 2021.
Gráfico : Peso del turismo, hostelería, ocio y cultura sobre el PIB

¿Cual será el impacto para el turismo en Chile y la región de Aysén?
Vemos que es altamente probable una reducción duradera del 50% del tráfico internacional durante todo 2020. Se verá afectado en proporción el turismo internacional a la región de Aysén, pero se sumaría a la caída ya observada desde 2017 (SERNATUR Aysén, 2017) y a una probable reducción importante del turismo nacional, gatillado por restricciones sanitarias y dificultades económicas venideras. La prioridad nacional para las vacaciones del próximo verano, al igual que en países europeos, serán a destinos de cercanía.
Más allá de estos cálculos y proyecciones especulativas debemos preguntarnos cómo se reorganizarán los actores del turismo a nivel internacional y regional. Claramente existe una voluntad generalizada y fuerte de controlar el virus, sin embargo solo podemos esperar vacunas en un año o más. Se plantea prolongar el confinamiento en zonas afectadas y reforzar el control de accesos a zonas libres del virus. En esta línea Australia quiere ser un país “libre de COVID 19”. Lamentablemente, como lo indican varios científicos, el Covid 19 de 2020 es un evento más después del SRARS de 2003 y 2007 y el MERS de 2014 (Roche & al., 2016). Esto se vincula a una crisis global de la biodiversidad (Morand, 2016, Bourg, 2020), donde especies silvestres están obligadas a migrar hacia las zonas urbanizadas. Los procesos de difusión son acelerados por las movilidades internacionales.
En Chile se debate sobre como enfrentar a mediano largo plazo la pandemia. Claramente el país debe ajustar sus estrategias a un escenario de una baja importante del turismo. Se plantea subvencionar las empresas de turismo pero también se debiera pensar en fortalecer iniciativas como el turismo de tercera edad, social o educativo (Wynes & Nicholas, 2017), al igual de lo que se ha hecho en Europa desde los años 70, bajo la idea de una igualdad de acceso al ocio y bienestar.
¿Será esta situación favorable para Aysén, aisladas y libres del virus? Debemos tomar en cuenta que las condiciones de acceso internacional y nacional seguirán restringidas por un buen tiempo. El temor al virus, a los vuelos y los protocolos sanitarios, con obligación de cuarentana, desalentarán los viajeros. Las convenciones y viajes en cruceros, que han sido puntos focales para la pandemia, serán reducidos. Existe una desconfianza fuerte observada y probablemente duradera, de las comunidades locales en recibir visitas para seguir “protegidas”. Esto es reforzado por repliegues comunitarios, como es el caso de la Comuna de Tortel. También existen rechazos al “distanciamiento social” y una voluntad de mantener vida social (Osorio, 2020). Esto lleva a pensar que debemos fomentar un lenguaje menos negativoy hablar de “medidas de autocuidado” y de “distanciamiento físico”, para preservar una buena convivencia que permita reiniciar una vida normal.
¿Cómo se adaptarán los actores del turismo en Aysén”
Existen puntos de vistas optimistas y pesimistas, los que sienten que la crisis es una oportunidad para nuevos emprendimientos y los que predicen el fin del turismo, perovemos matices en las estrategias de adaptación de grupos de actores. Desde la perspectiva de las cadenas hoteleras, los cruceros, casinos, centros comerciales o parques de entretención, habrá que buscar soluciones y procedimientos para ofrecer servicios con un alto nivel de seguridad basado en estrictos protocolos sanitarios. Desde la perspectiva de pequeñas y medianas empresas de turismo se plantea buscar nuevas estrategias de marketing. Se habla de bajar el precio de los servicios, identificar nuevos nichos de mercado y hacer un mejor turismo que genere más ganancias por número de pasajero (Lansky, 2020). Para los actores “ecológicos”, la crisis se plantea como una gran oportunidad para aprender a comprender mejor nuestra interdependencia con los ecosistemas que nos rodean (Bourg, 2020). Se invita a aumentar el número de espacios refugios para la biodiversidad, que no deban ser visitados por el hombre o animales domésticos que pueden ser portadores de virus albergados en la vida silvestre. Desde el punto de vista de los actores del mundo rural, la crisis puede favorecer eventos comunitarios de antaño, valorar costumbres y raíces, actividades productivas de los abuelos y fortalecerse como comunidad y, a la vez, atraer visitantes regionales o nacionales para encuentros humanos enriquecedores (Michel, 2020). Desde el punto de vista de los actores de modos alternativos de desarrollo, habrá que profundizar los modelos de vida, como “Aysén Reserva de Vida”, con mayor autosuficiencia (Segura, 2020) y atraer a visitantes para estadías largas y un turismo de experiencias (Christin, 2020). Desde el punto de vista de los amantes de actividades de ocio, recreación, deporte y observación de la naturaleza, seguirá habiendo una necesidad servicios y espacios adecuados para cada una de sus actividades. Se adaptarán a las nuevas realidades, con las restricciones decididas por los actores locales, tanto como accesos limitados a lugares másconocidos y, tal vez, mayor libertad de practicar en nuevos espacios. La ventaja es que se descongestionarían los sitios turísticos saturados causantes de un turismo desbalanceado (Lansky, 2020).
Pensar el turismo post Covid es sin lugar a duda un gran desafío para los actores públicos. En vista al nuevo escenario las políticas deben adaptarse. Los planes de desarrollo anteriores consistieron en favorecer una economía turística mediante la creación de productos rentables para responder a la demanda, pero esta ya es incierta y hoy es necesario avanzar hacia propuestas más holísticas y territoriales (Christin, 2020, Bourlon, 2018). Esto porque el turismo de masa no se condice con el escenario de flujos limitados. El turismo masivo no será suficientemente atractivo para que un visitante quiera enfrentar el miedo y las complejidades de viajar en una ambiente post pandemia. Debemos evitar el llamado “overtourism” o “turismo desbalanceado” (Lansky, 2020), que surge de una visión cuantitativa y lineal del crecimiento, improbable en el actual escenario.
Aysén es una región ideal para un turismo de experiencias humanas en la naturaleza en un contexto de “distanciamiento físico”, sin embargo esto obliga a impulsar un desarrollo coordinado (SERNATUR, 2020) aceptado por la mayoría de los actores del turismo regional, de todas las sensibilidades, tradicional, ecológica, alternativa, recreativa y empresarial. Como lo declara Lansky (2020) “Cada destino debe tener turistas pero los turistas no pueden ser los dueños del destino”. Debemos pasar de un modelo de desarrollo cuantitativo a un modelo cualitativo de destinos turísticos, destinos como un “lugar de vida” (Kadir, 2008) o sea crear destinos “no-turísticos”, asociado a nuestras vidas “normales”. Esto obliga a un trabajo basado en la puesta en valor de activos territoriales y la generación de un proyecto global acordado entre todas las partes involucradas. En ese sentido Aysén requiere de una agencia de desarrollo turístico pensado como una entidad de coordinación que fomenta la coherencia para que surja un destino soñado colectivamente. Muchas veces menos es más (“Less is more”), menos turismo puede coincidir con fomentar estadías de mayor duración, con una mayor integración con las comunidades locales, una mayor producción local, un menor impacto sobre los ecosistemas y mayores ingresos acumulados en el tiempo. Esto va de la mano con un aumento del atractivo de una región, no solo como lugar de visita pero como lugar para vivir y compartir maneras de habitar el planeta.
Bibliografía :
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